Por GIAP
Las imágenes de la Escuelita Zapatista están todavía vívidas en nuestras mentes. El pasar del tiempo no ha empalidecido el verde esmeralda de la selva, no ha atenuado sus sonidos hipnóticos, sus olores, ni ha neutralizado el ímpetu de las miradas de los compañeros y compañeras que nos han recibido y guiado a través de esta extraordinaria experiencia educativa. Pero vívido es también el color de la sangre que el 2 de Mayo manchó estos recuerdos substrayéndolos del proceso de sedimentación en un rincón romántico de la memoria, arrastrándolos otra vez en el presente y en la Realidad. Esta fue la última enseñanza de José Luis Solís Lopez, Galeano en la lucha.
Habla de sacrificio y sufrimiento el compa Galeano en su intervención en el primer número de Rebeldía Zapatista, donde maestros, familias y votanes valoran la Escuelita. “Ahora sí que ellos [los estudiantes] personalmente, con sus ojos lo vieron, y al mismo tiempo lo sintieron el sacrificio que nosotros hacemos para lograr todo lo que tenemos. Ellos vieron ahí con las familias, se dieron cuenta cuánto de sacrificio, cuanto de sufrimiento realiza esa familia para poder cosechar, para poder lograr los recursos y al mismo tiempo poder sostenerse en su familia y para poder sostenernos y resistir del mal gobierno”. Se refiere al sacrificio y sufrimiento que demanda la disciplina de hombres y mujeres que diariamente trabajan para construir la autonomía en los territorios zapatistas, la arma más potente en las manos de los que poseen poco o nada más allá de su capacidad de actuar colectivamente. “Vieron cuanto nos cuesta producir” concluye Galeano “y cuanto es la miseria que nos viene a pagar el mal gobierno”.
Además de la miseria el mal gobierno esta vez ha traído también la muerte. A golpes de machete y armas de fuego, el último disparo en la nuca del compa, como se hace en la ejecuciones fascistas. La descripción del linchamiento trae a la memoria las primeras imágenes del levantamiento del primero de enero del ‘94, los muertos de Ocosingo, también ejecutados sumariamente, los balazos en la nuca, visibles a través de los pasamontañas. En ese sentido nada ha cambiado. Hoy como ayer el Estado (en el sentido amplio de la palabra, que incluye organizaciones como la CIOAC-Histórica que hacen el trabajo sucio y son la punta de lanza de la penetración neoliberal, de la apropiación primitiva del capital en las áreas más ricas de recursos y entre las poblaciones más insumisas y auto-organizadas) responde con la guerra.
Aquella guerra que los zapatistas intentan evitar de todas maneras, porque su esfuerzo es para la paz, para un mundo mejor para todos, y porque saben que en las condiciones actuales la guerra llevaría a la catástrofe, a la destrucción de todo lo que se construyó en el proceso autonómico – y probablemente al exterminio de los rebeldes, eso que constituye el deseo latente, cada vez más explícito de los malos gobiernos. “Si todo fuera cuestión de plomo y fuego” hace decir el Sub a un personaje inventado, el lacayo de un capataz cualquiera “bueno, pues hace tiempo que esas tierras, con sus bosques, agua, minerales, gente, hubieran sido conquistadas y así usted hubiera podido ofrecerlas en tributo al gran Mandón, señor. Esos cobardes, en lugar de enfrentarse a nosotros sólo con sus heroicos pechos desnudos, o con arcos, flechas y lanzas, y quedar como héroes (derrotados sí, pero como héroes), se preparan, se organizan, se ponen de acuerdo, nos dan la vuelta, se esconden cuando se quitan la máscara”.
Esta es una fase delicada. Un momento de abertura y elaboración, donde con la Escuelita los Zapatistas se tomaron el riesgo de abrir sus puertas a miles de estudiantes de todo el mundo, ansiosos de ver y aprender con sus propios ojos. El movimiento no escapó a estas miradas, por lo contrario tuvo el coraje de mostrar sus propias debilidades y contradicciones internas, además de sus fuerzas. Este es un momento en que, como evidencia Galeano, en las comunidades nuevas generaciones de Zapatistas, también a través del proceso de organización de la Escuelita, se están formando, aprenden a conocerse y a conocernos. Quien orquestó el ataque a La Realidad lo sabe muy bien. Y golpeó las BAEZLN de la manera más baja y en uno de los lugares con la mayor carga simbólica con respeto a la autonomía – la Madre de todos los caracoles, mar de nuestros sueños.
En el último comunicado del EZLN titulado “Fragmentos de la Realidad” se reportan algunos atajos de las investigaciones que está llevando a cabo la Comandancia. Asombra una parte del diálogo entre una compañera y un miembro de la CIOAC quien la provoca diciéndole que fue él quien mató a Galeano. “¿Pero qué me van a hacer ustedes?” dice el arrogante “ni aunque lo sepan quién es mero el que mató no nos van a hacer nada, porque ustedes son la Junta de Buen Gobierno que protegen a todos. Yo no temo –dice–. No temo pues, por eso te digo que yo lo maté”. Estas palabras presentan en toda su brutalidad un problema central con que el movimiento deberá enfrentarse en el futuro inmediato.
Cómo responder a la violencia? Cómo reaccionar al ascenso del nivel de conflicto? Hasta qué punto se puede recurrir a una (legítima) violencia defensiva en esta coyuntura, sin caer en el juego de las provocaciones del mal gobierno? Cómo hacer justicia de un acto infame de este tipo, sin recurrir al uso de la fuerza? Cómo desahogar la rabia de los compañeros bases de apoyo, antes de que ella se transforme en desesperación? Cómo garantizar un nivel aceptable de seguridad frente a esta situación?
Evidentemente estas no son preguntas nuevas, pero sí se están colocando en un escenario en continua evolución, donde entre otros aspectos, el enemigo ya no parece preocuparse de cometer sus crímenes ante los ojos de observadores de derechos humanos. Son problemas que el EZLN está intentando resolver en estos días, como nos narran en los últimos comunicados.
Lo que nosotros los estudiantes de la Escuelita y los adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona podemos hacer, es mostrar todo nuestro apoyo incondicional. Por un lado tenemos que dar resonancia a lo que pasó en nuestros medios de comunicación y redes de solidaridad para que el mal gobierno se sienta presionado desde dentro y fuera de México. Por otro lado, tenemos que responder a la llamada del EZLN y el día 24 de Mayo irnos a los caracoles, sobre todo a La Realidad, para despedirnos de nuestro maestro Galeano y para que los compañeros sientan nuestra presencia física y nuestra voluntad de continuar caminando juntos venciendo el miedo y la desesperación.
GIAP, San Cristobal de las Casas, mayo 2014
Un comentario sobre “El homicidio de Galeano y las preguntas que nos deja”